El día que muera,
el día que cierre los ojos y apague la luz,
solo un deseo tendré por testamento.
No quiero morir como mueren
políticos y reyes.
Sobre un lecho de elogios desmedidos,
con coronas de frágil y temporal respeto
y un cortijo de fieles,
con el olvido trajeados..
No quiero morir como se marchan
ladrones y rufianes;
cuyo daño en vida no empaña
aquel beso tierno que no robaron
o aquel sueño cristalino
que no rompieron.
Quiero irme de este mundo
como el mendigo y el enfermo,
sin aditivos,
vestido con críticas y elogios,
rodeado de amor y odio.
Quiero una despedida
sin alabanzas.
Pero con lágrimas y sonrisas,
con los reproches y alegrías
que encontré por el camino.
Quiero morir igual que fui:
humano, imperfecto, mortal.
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