3.8.14

Gambas y tiramisú

- ¿Quieres repetir gambas, hijo?
- Claro, papá -contesté mientras me alcanzaba la bandeja y me servía un par más.
- Cariño, te ha quedado estupenda la ensalada de queso de cabra -mis padres se miraron con la misma dulzura con la que llevaban amándose desde que tengo uso de razón-, ¿traemos ya el postre?
Mi hermana y yo asentimos con la cabeza. Mis padres se levantaron mientras nosotros terminábamos con nuestros platos, y volvieron en seguida de la cocina.
- Aquí tenéis hijos, tarta de tiramisú -dijo nuestra madre con una sonrisa de oreja a oreja-. Que cena tan estupenda hemos tenido, ¿verdad chicos?
Observé la estampa que formábamos los cuatro. Mi hermana y yo, compartiendo un yogur de tiramisú tras haber disfrutado de un plato de sopa de gambas, sin gambas. Una sopa previamente aguada para que la cantidad fuera suficiente para dos. Mis padres, mirándonos con una sonrisa empañada por las lágrimas que caían sobre sus platos vacíos, intentando disfrazar la realidad con trucos y juegos. Mi hermana ajena a las circunstancias que estaban marcando su niñez. Y todos sentados alrededor de la luz que nos proporcionaba un camping gas.
Fue aquella noche, la noche de mi sexto cumpleaños, cuando perdí la inocencia.

MFV

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