29.12.14

Luces de navidad

La familia del 3ºA preparaba las luces de navidad como cada año. Se había convertido en un entrañable ritual a cuya cita no faltaba ningún miembro de la familia.
Susana, la más pequeña, comenzaba con sus nervios a las seis en punto de la tarde. Recorría veintisiete veces el comedor de punta a punta, comprobaba concienzudamente que todo estuviera en su sitio. No quería errores. Tenía un historial impecable pues la avalaban siete años de experiencia sin cometer ningún fallo. Todos se sabían más seguros si ella controlaba el proceso, este año volvería a ser todo perfecto.
Alberto, algo mayor, había cedido su puesto de vigilante a su hermana pequeña. Se retiro en el momento oportuno para dejar que las generaciones venideras tomaran el relevo. Ahora se dedicaba a disfrutar un poco más de sus amigos. Bajaba después de comer con su pelota de fútbol y disfrutaba de toda una tarde de deporte junto a sus compañeros de barrio, los que parecía que vivían en el parque. A veces uno sale de casa sabiendo que encontrará aquello que no está buscando, así funcionan los niños cuando todavía sueñan despiertos. Sin embargo, Alberto sabía que cuando cayera el sol debía regresar a casa para confirmar que Susana había hecho bien su trabajo. Era consciente de la capacidad de su hermana y aunque no era necesario que él diera el OK final, sabía que Susana se sentía más tranquila si su hermano daba el visto bueno.
Y qué podemos decir de Carlos, el cual estaba en el extranjero buscando su felicidad. Era el único que faltaba este año al espectáculo de luces, su primera vez. 
Pedro y Carmen estaban orgullosos de sus hijos. Antes de que naciera Carlos, el miedo les invadía. ¿Cómo iban a criar a sus hijos? ¿Serían suficientes sus trabajos para mantenerlos? ¿A qué colegio les llevarían? ¿Sabrían educarlos bien? Y un sinfín de preguntas que se fueron resolviendo a medida que los hijos iba creciendo.  Ahora miraban desde el umbral del salón cómo Susana y Alberto terminaban con los preparativos.
Se acercaron todos a la ventana desnuda de cortinas y se fundieron en un abrazo. Al mismo tiempo agonizaba la luz del iluso camping gas que intentó iluminar las vidas de aquella casa. Y así, la familia del 3ºA disfrutó de las luces de navidad que su compañía eléctrica mantenía en las calles y en los comercios. La misma compañía que les había sumido en la más profunda oscuridad. 


16.12.14

Cuerpo vidrioso

Cuerpo vidrioso de labios finos
que arrebatan la vida
con cada beso de los míos,
sellando el pedregoso sendero
que recorren mis últimos años.

Unos te ven siempre llena.
Pero, aunque llena me abrazas,
mis ojos solo reflejan lo vacía
que mi alma queda tras beber
tus lágrimas ardientes.

Conviertes el día en noche
y ésta más oscura y difusa se torna
con cada segundo que muere
ahogado en mi boca.

Mi vista cansada, propia
de un derrotado peregrino,
cierra sus puertas a una existencia
en un anestésico paralelismo
sumergida.

A través de tu diáfana silueta
no veo más allá, ni más acá,
sino la orilla de mis heridas,
donde como un náufrago
me abandono al tímido dolor
de la deriva.

Y poco a poco
me cubren los lejanos recuerdos
que en el horizonte se consumen,
esperando que vuelva a nadar.

Pero yo también espero
en ninguna parte,
sin saber el qué o a quién.
Llorando la memoria
que el olvido empuja
con cada una de tus olas.

MFV