8.3.15

Que se acaben los días internacionales.

¡Ojalá! Ojalá no fueran necesarios los días internacionales en los que celebramos diversos acontecimientos. No hablo de aquellas aniversarios, bien sea del primer día o el último de una vida, en los que se conmemora a una celebridad o un hecho relevante. No hablo de cumpleaños o santos católicos. Tampoco hablo de esos días comerciales disfrazados en forma de corazón y con sabor chocolate, por ejemplo.

Me refiero a esos días que, como hoy, celebran aspectos sociales y políticos de nuestra historia. Esos días que no deberían existir por normalidad. Yo me opongo a la presencia en nuestro calendario de estos "Día Internacional de...". Sin embargo, con la misma fuerza de oposición que ejerzo, los apoyo y los celebro a mi manera. Sin pegatinas ni camisetas coloridas, sin hashtags ni panfletos en redes sociales huecos de significado.

¿Por qué son necesarios estos días en nuestros calendarios? Porque no soportamos la normalidad en la civilización y necesitamos que nos recuerden nuestros fallos y errores. Todos los días deberían ser la fiesta de la mujer o de los derechos del niño. Cada segundo de nuestra vida debería estar enfocado a estas metas, a lograr la igualdad en género o rango de edad, en derechos y libertades. Pero cada segundo es un nuevo logro que engrosa nuestra abundante experiencia en el fracaso.

Como ente vital carente de perfección, sistemáticamente estamos destruyendo la igualdad de género, no necesariamente en nuestras vidas, pero sí en algún rincón del mundo. Somos conscientes de la existencia de niños sin libertades y personas que con una ilegítima libertad pisotean los derechos humanos de sus semejantes, otros humanos. Día tras día presenciamos la agonía del medio ambiente que con unas décimas de más o unos hielos menos, nos suplica que nos vayamos, que él no ha dado permiso para que acabemos con el techo que nos cobija.

Por eso tenemos un día como hoy 8 de marzo, Día internacional de la mujer. Para que aunque solo sea durante veinticuatro horas, nos sentemos a hablar de nuestros errores como sociedad, mientras esperamos el fin de los días.

MFV