25.1.12

El bosque

Dio un largo suspiro, respirando el aire puro que los rodeaba, sintiendo como inundaba sus pulmones, purificándolos, y volvía a huir a la atmósfera de nuevo. Amaba dar paseos por el bosque, observar la flora y sentir la naturaleza en cada poro de su piel.
- De verdad, es increíble los bosques. ¡Que belleza!
Su compañero lo miro extrañado, mirándolo con ojos de sorpresa.
+ Parece mentira que te des cuenta ahora.
- No, no. Para nada. Pero cada vez que vengo es como si volviera a nacer y viera por primera vez esta obra de arte de la naturaleza.
+ Es algo maravilloso, tenemos la suerte de vivir rodeados de bosques que hacen más bello el paisaje.
- Cuánta razón hay en tus palabras. Lo mejor de venir aquí es que sientes la vida, sientes la vida como la sienten los árboles y te hace darte cuenta de la grandeza de la existencia. ¿Te das cuenta, aunque parezca una estupidez, que sin la vida no seríamos nada?
Pararon un momento a reflexionar sobre la pregunta que ahora mismo flotaba en el aire. ¡Que bobada! Claro que sin la vida no seríamos nada, pensaban. Pero de una manera más profunda, que llegaba hasta la última molécula de su cuerpo. La respuesta a la pregunta era algo tan simple, tan elemental, que nadie se había parado a escucharla. Todo el mundo lo sabía, pero nadie sabía la importancia que trascendía a la respuesta. Pues intentamos plasmar sentimientos, ideas y emociones inmensas, que no cabrían en todo el universo, en un simple trazo de palabras, y es en ese proceso de hacer del universo un simple mundo, cuando el significado real de lo que decimos se escapa volando a la eternidad, al olvido.
+ Menos mal que podemos venir aquí, de vez en cuando, y recordar que bello es vivir. Sentarse aquí, apoyado en un árbol, escuchando el sonido de los pájaros y como el río los acompaña con su simple melodía, creando la mejor orquesta creada nunca, la propia naturaleza.
- Tenemos tanta suerte, no imaginaría una vida sin bosques, sin vegetación. ¡No imagino una vida sin vida!
+ Verde es sinónimo de vida. ¿Recuerdas hace una semana, aquellos activistas que protestaban por la existencia de los bosques? Reclamaban la tala indiscriminada de estos para obtener energía al quemarlos.
- Que tristeza me entra al recordarlo. Está claro que son una gran fuente de energía y además de materia. Podríamos arrasar con todo lo hermoso de la tierra y vivir mejor que, ¿unos cuantos años? Luego nuestra existencia sería más miserable al descubrir el daño que hemos creado. Pero estos desalmados que pretenden destruir los bosques no se dan cuenta de esto.
+ Menos mal que son una minoría, sin apenas voz ni poder, pues la sociedad que hemos construido no es estúpida. Ni egoísta ni codiciosa.
- Hemos tenido mucha suerte, ya que a nadie le importa tener una vida menos ostentosa, a cambio estar rodeados de pura belleza. ¡Con lo fácil que sería movernos por nuestros instintos, anhelar cada vez más y más y no parar nunca!
+ Somos unos afortunados, tienes razón. Doy gracias porque la gente se ha dado cuenta de que no solo viven en sociedad, sino que viven rodeados de vida, y que no son nadie para destruirlas. Respetamos tanto a nuestros iguales como a los animales y las plantas, y por eso tenemos que dar las gracias.
Se acercó a uno de los árboles, uno que le había llamado la atención. Era increíblemente bello, una melena rubia y unos ojos azules únicos que iluminaban al resto de árboles que lo rodeaban. Tenía una sonrisa en la cara que invitaba a sonreír a todos los que la miraban. Su cuerpo no desentonaba con el rostro, era muy suave y hermoso, acompañado por unas piernas largas y suaves que se introducían en el suelo, haciendo de aquel lugar su casa.
+ ¿Te imaginas una vida sin esta belleza?
- No me entra en la cabeza, sería una vida que no merecería la pena tener. Es increíble, ¿qué tipo de árbol es?
+ Creo, por la mirada y la sonrisa, que es una buena persona.
Y el roble y el abeto se fueron paseando, abrazados, dando las gracias porque aquel bosque existiera y porque ellos pudieran disfrutarlo.

MFV

24.1.12

Me gustas

Me gusta el café del desayuno,
levantarme una mañana,
saber que se acaba el mundo
y respirar como si nada.

Me gusta ver los pájaros volar,
imaginarme sobre sus alas
sabiendo que algún día volverán,
con otro canto, otras miradas.

Me gusta el tacto del Sol,
su luz golpeando mi ventana,
el cálido abrazo a mi corazón
desnudándome en la cama.

Me gusta el olor que dejas
cuando duermes a mi lado.
De mi odio nunca te quejas,
olvidas de mí todo lo malo.

Me gustas hoy vida, y ayer.
Pero más me gustarás cuando te mueras,
y sepa yo lo que sufro por querer,
que regreses otra vez,
que a mi lado siempre vuelvas.

MFV

Edito esta entrada ahora, porque anoche andaba con prisas en la biblioteca, pero quería mencionar a alguien muy importante. ¿Nunca habéis encontrado una persona que es tu alma gemela? Una persona que te entiende, te acepta y, lo más importante, te quiere tal y como eres. Pero esto no es lo mejor, sino que esa persona, a la que tu entiendes, aceptas y quieres por como es, es igual que tú. Igual de idiota, igual de estúpido, igual de buena persona. Esa persona que está a tu lado, aunque tu estés a kilómetros de distancia, esta desaparece cuando cualquiera de los dos lo necesitáis. Esa persona existe, y he tenido la suerte de encontrarla.
Podría enumerar una gran cantidad de razones por las que darte las gracias, pero diré solo unas pocas. Gracias por regalarme el cielo donde colocar cada una de mis estrellas, donde mi inspiración duerme y donde ella despierta en mí cada sentimiento que permite crear este blog. Gracias por ser tan estúpido como yo, porque aunque parezca que te hace menos especial, es lo que te hace único. Y gracias por ser y existir.

21.1.12

Marea

Casi las tres de la mañana y nada está claro. De hecho, desde la altura a la que me encuentro, solo la oscuridad en mi horizonte, una oscuridad salpicada de unos pocos vatios de lucidez. Siempre pienso en saltar a ella, y que me abrace, me susurre lo que siempre tuve miedo a oír y me robe los sentimientos que me hacen levantarme cada día. Pero también, albergo la esperanza de que en ese mar negro, pueda haber una tabla de madera que me rescate, tu bote salvavidas, mi cura contra la cobardía. Y es en estos mares de incertidumbre, donde el ser humano tiene miedo de nadar, teme que el agua lo ahogue y nada pueda rescatarlo. Pero también le atrae lo desconocido y teme el miedo de oír "¿Qué hubiera pasado si...?", una frase que atormenta nuestras mentes y paraliza los corazones, alimentando nuestras indecisiones.
Antes de que venga el Sol y se lleve con él la oscuridad, la duda, la incertidumbre, lo desconocido, me acerco al balcón y salto. Porque aunque lo negativo me acoja, el pesimismo me bese y la tristeza desnude mi alma inundándola de malos pensamientos, a mí siempre me gustará nadar, siempre y cuando, vengas a despertarme para que yo pueda ver, que al menos alguien está en tierra firme.

MFV

12.1.12

Origen

Caminas tranquilo y de pronto, un olor. Entra por tu nariz y llega hasta lo más hondo de tu corazón. Te giras y allí está, su pelo, sus ojos, sus labios, todo elemento anatómico moldeado hasta rozar la perfección. Pero lo pasas por alto y centras tu mirada en lo más bonito que tiene. Su sonrisa, te está mirando y te invita a vivir tiempos mejores. Es en ese momento, en el que ella te mira y te sonríe, cuando tu corazón no lo aguanta más y explota de felicidad, dejando una sonrisa estúpida que ilumina tu rostro.

Y así, buenas o malas, empiezan las historias de amor.



MFV

5.1.12

Volver.

A los que corren sin prisas,
con bufanda de recuerdos y abrigo de sonrisas,
una foto borrosa, una lágrima eterna
que moja mi desgarrada camisa.

A las que aman sin razón,
por soñar despiertos con ella, con su voz,
una rosa en cada esquina, una nevera
llena de zumo de la fruta de la pasión.

A los que vuelan en ascensor,
subiendo al cielo del desnudo y la osadía,
una nube de caramelo, un beso cada día
endulzado con el sabor del amor.

A los que sonríen a la tristeza,
preguntando el por qué de su dolor,
un taxímetro estropeado, un reloj en deshora
marcando el ritmo de la marea.

A los que vienen y van,
sin rumbo alguno ni camino marcado,
unos zapatos nuevos, una biblia
que enseño a amar a un sacristán.

A todos y a nadie,
al sol y a la luna,
a los que en ninguna parte
esperan que un día huya
el viento del levante,
buscando un techo que cubra
la belleza de su alma desnuda.

A ellos les doy mi ser, mi poesía.
Las palabras que salen de mi alma
y las lágrimas que dejan mi derrota,
mi trono de poder, mi última eucaristía.

Pues aquel que un día dio, a la noche se fue,
dejando olvidado en sus maletas,
su último deseo de volver.

MFV