20.2.15

DEPmocracia

No quisiera yo equipararme al filósofo Nietzsche cuando anunciaba la muerte de Dios, dejándonos huérfanos de aquello que había dirigido con rectitud nuestro devenir como sociedad desde hacía decenas de siglos. No, no estoy aquí para eso. Lo contrario no sería más que una muestra de soberbia y prepotencia.

Me considero un espectador más de una masa informe y heterogénea que consideramos "pueblo". Soy uno de tantos, una pieza más del engranaje histórico que movemos día a día y que otros prefieren llamar "destino". Formo parte del grupo social actual y soy, al igual que vosotros, testigo de cómo la democracia agoniza, languidece poco a poco ante nuestros ojos y muere cada segundo ante nuestra pasividad.

Es grave y no lo queremos ver. Es terrible, pero ahí siguen, poco a poco asestando puñaladas cargadas de veneno en forma de euros, dólares o yenes. ¿Quiénes? Miles de personas carentes de rostro que los identifique. No es relevante saber quiénes son, pues como cabezas de hidra arrancas una y veinte acuden a sustituirla. No interesa saber el quién, sino el cómo, pues ahí radica el enfermizo mecanismo de funcionamiento que los poderosos han determinado que decida el futuro de nuestras vidas.

No puede resultar más irónico que el último ejemplo de puñalada trapera a la democracia se esté produciendo en su cuna, en el punto donde históricamente nos han enseñado al resto del mundo qué es eso del "poder del pueblo". Términos masivamente prostituidos hoy en día.

Resulta que debido a la opulencia de unos pocos y a la más que palpable dureza de sus caras, el pueblo griego y su economía entró en crisis (como muchos países del entorno). Tras años de recortes, de despidos, de medidas austericidas cuyo único fin era la perpetuación del status quo financiero que permitía que la suela del zapato del rico no se ensuciara con las cabezas de los miles de pobres que tenía debajo, el pueblo griego abrió los ojos. Vio las orejas al lobo y cómo funcionaban las cosas.

En tiempos de bonanza, cuando los ricos deciden que se puede inflar aún más la burbuja del sistema, los ciudadanos pueden estar contentos, que no tranquilos, pues los servicios y derechos sociales resultan "rentables" a los grandes poderes. Sin embargo, cuando dicha burbuja se desinfla (pues aún no he visto yo que pinchemos y tiremos a la basura nada) es la mayoría con un poder adquisitivo de risa en comparación con los ricachones que gobiernan el G-20 (que no los presidentes que acuden a dicha reunión) la que se tiene que apretar el cinturón, viendo como sistemáticamente destruyen todo aquello que la lucha social y organizada ha conseguido históricamente.

Es entonces cuando el pueblo dice que basta, que ya está harto y que ya no queda cuello para apretar más la soga. Decide depositar su confianza y esperanzas en la coalición de partidos Syriza (Izquierda Radical, que no antidemocrática). Los ricos tiemblan y los medios empiezan a cumplir con la misión para la que fueron creados: se inicia la campaña de miedo y difamación, tildando a los posibles ganadores de las elecciones griegas de partidos comunistas deboraniños y quemaiglesias que llevarán al colapso la economía del país heleno. Al mismo tiempo, los opulentes empresarios con inversiones en Grecia empiezan a retirar su dinero y la UE cesa su préstamo de dinero a los bancos griegos expectantes ante lo que puede ocurrir en unos días. Se han cumplido las previsiones de periodistas, economistas, oráculos y cuñados.

Pero si lo ponemos en perspectiva, el mensaje de fondo es el siguiente: sois pobres por nuestra culpa y nos hemos enriquecido gracias a eso, nos habéis pillado. Habéis decidido consecuentemente votar a un partido que nos quiere privar del dinero conseguido a base de explotaros. Vosotros veréis lo que hacéis. Antes, nosotros vamos a hacer caer vuestra bolsa y a cortar el flujo de dinero a los bancos que os llevaron a la quiebra y se niegan a rescatar vuestras vidas, pues eso supondría que el dinero que os prestamos cumpla su función. Es decir, si lo que queréis es democracia y justicia social, pobreza encontraréis.

Ganó la izquierda, y estamos viendo como los poderes financieros están amenazando día tras día a los empobrecidos griegos con llevar al colapso su país y dejar a la deriva a todos sus habitantes si no permiten que sus barrigas infestadas de billetes sigan como están. Si el pueblo quiere decidir su futuro, ellos lo decidirán por nosotros pues ya lo hacen todos los días y no van a permitir que nos desviemos ni un ápice de la línea ya trazada.

Así funciona el sistema y no queremos verlo. Veremos qué ocurre en los próximos años en España y en el resto del mundo. Mientras, yo sigo mirando como avanza el cortejo fúnebre.

MFV