11.5.14

El racismo olvidado

27 de abril. Se está disputando el Villarreal-Barcelona en el estadio El Madrigal y el árbitro pita córner. Justo antes de que Dani Alves se disponga a efectuarlo, un joven desde la grada arroja un plátano al campo y el jugador del FC Barcelona, en vez de indignarse y parar el juego, decide no darle mayor importancia, comerse el plátano y continuar el partido.

Bravo Dani. Se merece una eternidad de aplausos más allá de su manera de ser y de su actitud en general. El racismo es una lacra que desgraciadamente está muy presente en la sociedad actual y es más llamativa en el fútbol. ¿Por qué? Por la cantidad de personas que disfrutan de este deporte. La cantidad de dinero que genera el fútbol así como su número de seguidores, obligó en algún momento a las cadenas de televisión a colocar cientos de cámaras para captar todos los detalles y matices que se producen a lo largo de noventa minutos. Así, el despreciable acto racista de lanzar un plátano a un jugador de color, llegó a todos los rincones del mundo.

Y el mundo respondió. Desde las redes sociales hasta algunos programas de televisión, se clamó en contra del racismo y se exigió una lucha más contundente. Jugadores de fútbol, presentadoras, miembros de las instituciones y personas sin tanta notoriedad pública se indignaron porque hoy en día aún tengamos que aguantar comportamientos que tendrían que estar ya olvidados.

El joven fue sancionado con la retirada del carnet de socio del Villarreal, que ya no podrá disfrutar de los partidos de su equipo en su estadio, y el club tendrá que pagar 12.000€ como castigo después de que el Comité de Competición se pronunciara al respecto. Dani Alves, días después, mostró su descontento con la educación de la sociedad española, tildándonos de país atrasado. El jugador del Barcelona también expresó su opinión al decir que él colgaría la foto del fan para que todos pudiéramos verlo y prácticamente llevar a cabo un linchamiento público.

Todo esto amplificado y reproducido hasta la eternidad por parte de los medios de comunicación, orgullosos de sentirse el megáfono de la lucha contra el racismo.

Hasta aquí, salvo la demanda de Alves de publicar la foto del joven que fue detenido, no hay nada reprochable en la serie de actos que se desencadenaron tras el lanzamiento del plátano. Podemos sonreír al observar la contundente y rápida respuesta contra el racismo que se ha producido en nuestro país.

Pero hay otros mundos. Hay un mundo más allá de la pantalla del televisor, allí donde no se mueven tantos millones que atraigan la presencia de unas cuantas cámaras que retransmitan la realidad de ese mundo. No harían falta tantas cámaras, con que hubiera dos o tres serían suficientes para que todo el mundo viera lo que ocurre más allá del fútbol.

En este mundo, se producen cientos de redadas racistas al año que no son denunciadas por ningún medio de comunicación. También tienen lugar intentos de entrada en nuestro país que terminan con ataques con extintores a los inmigrantes e, incluso, fallecidos que por razones desconocidas no se quieren investigar. Más allá del televisor, se colocan cuchillas que impidan que lleguen personas (no tratadas como tal) de fuera, pero que lo único que hacen es provocar más dolor a aquellos que huyen del horror. Hasta se produce, en dicho mundo, el cómico caso de un camerunés detenido 160 veces por su cara. Y quizás, en este mundo, se haya llegado al extremo de la deshumanización dejando a los sin papeles fuera de la sanidad pública.

Sin embargo, todo esto no va acompañado de reportajes en televisión detallados o exhaustivas investigaciones policiales. No vemos que haya multas para aquellos dirigentes que, o bien no detienen este tipo de comportamientos, o bien los promueven y defienden. Tampoco observamos carteles por las calles con la foto de ese policía racista o ese político que decide colocar cuchillas que sabe que sólo van a producir más dolor. No hay ninguna respuesta mundial llena de ira e indignación contra estos comportamientos.

¿Por qué? Porque más allá del fútbol y de las cámaras de televisión, también está España, donde hay racismo. Igual no quieren que lo veamos o quizás no piensan que algunos actos y comportamientos que se producen con cierta frecuencia en nuestro país, puedan definirse como racistas cuando sí lo son.

Pero lo cierto es, que si viajamos más lejos de la frontera donde se encuentra el césped de los campos de fútbol, el dinero y los medios de comunicación, podemos observar ese mundo olvidado. Ese racismo olvidado.

MFV