30.7.14

Mentiras de madrugada

Como cada vez, la enfermera vino pasada la medianoche. Miré el reloj y lo supe en cuanto vi la hora. Bajé a planta donde la compañera me entregó la historia clínica. Se trataba de una mujer joven, casada y con un hijo, que presentaba diversos hematomas en tórax y abdomen, sangrado de nariz y una costilla rota. Su cuerpo contaba una historia. Sin embargo, nadie había conseguido sonsacarle qué había ocurrido. Caminé por el silencioso pasillo hasta llegar a la habitación de la paciente y abrí la puerta despacio.
- Hola Claudia, ¿cómo estás?
Claudia me miró. En sus ojos no había ni iris, ni pupila. Tan sólo miedo y dolor. Suspiré con resignación y apreté tanto los puños que unas gotas de sangre acariciaron mis temblorosos dedos. Ella permanecía callada, pero su silencio valía más que mil palabras.
- Dime Claudia, ¿qué ha pasado?
Fijó la vista en el suelo, como intentando recordar un suceso ocurrido en un pasado muy lejano. Pero aquel suceso formaba parte de su presente. Yo podía verlo ahí, marcado en su piel. Tras unos segundos de trámite, levantó su mirada y me contestó con una falsa sonrisa.
- Lo mismo de siempre doctora. Voy a tener que hacer algo para que la bañera no resbale tanto.
Bajé la mirada y anoté aquella mentira en el informe por última vez.

MFV

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