27.1.14

¿Qué hacer?

¿Qué puedes hacer cuando dudas de todo, cuando todo lo que has creído y deseado de pronto se torna borroso, enturbiando tu futuro? Sinceramente no lo sé, ni creo que llegue a saberlo nunca.

Quizás solo podemos esperar, estar sentados en una mecedora en el porche balanceándonos, yendo y viniendo de nuestra seguridad a nuestra incertidumbre. Así pasamos nuestra vida, deseando que en una ida de nuestra mecedora haya una corriente de viento que nos haga levantarnos y empezar a caminar con un rumbo fijo.

Caminamos, caminamos, caminamos. Paso a paso. Primero el pie derecho y luego el pie izquierdo. Es el camino de nuestras decisiones el que recorremos guiados por las expectativas que tenemos puestas en el futuro. El futuro se torna lejano, como siempre, pues no es más que la utopía que nos hace avanzar d manera unidireccional. Pero todo camino presenta bifurcaciones, carteles que señalan otros senderos, otras decisiones que podemos tomar. Estas decisiones pueden ser meternos en una rotonda para cambiar de camino sin desviarnos de dirección, tan sólo para que tengamos una nueva perspectiva de lo que queríamos y cambiar la manera de llegar a nuestra meta inicial.

Pero hay momentos en el que esta señal, es un cambio de sentido y dirección que no habíamos visto antes, a pesar de que siempre había estado en el camino. En el momento en el que la ves, date por perdido. El camino trazado milimétricamente hacia tu futuro se empieza a desmoronar y vislumbras otros caminos, otras rutas que se dirigen hacia un mañana distinto.

Tienes miedo. Terror. Pavor. ¿Por qué? Porque tus pies no saben cuál es el siguiente paso. Lo sabían, sí, pero ahora todo lo que ya sabías, todo lo que pensabas que se iba a producir, se desvanece. Todo tu pasado que estaba orientado hacia un futuro, ahora se entremezcla con el mismo pasado orientado hacia otro futuro distinto. La incertidumbre paraliza tus piernas y tus ideas, que se atropellan por llamar a la puerta de la razón y la frialdad. Pero éstas no están en casa ahora, está de ocupa la incertidumbre que domina el oxígeno que respiras y bombea la sangre de tu corazón por todo tu cuerpo, sin llegar a tu cabeza.

¿Qué hacer cuando la cabeza no funciona, cuando se cruzan los cables y la única conclusión que sacas es que no tienes ninguna conclusión a la que aferrarte? Quizás solo puedas pararte en el camino, dejar que el miedo fluya y te consuma, para dejar paso a una tranquilidad que te reconforte y te ayude a pensar por qué has llegado hasta aquí y hacia dónde quieres dirigirte.

MFV

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