Cuentan los
historiadores que las guerras acaban con todo lo que encuentran a su paso: hombres,
animales o árboles. Dicen que nada queda allí donde la batalla se ha librado,
que tan solo quedan futuros rotos, sueños olvidados y un páramo helado debido a
la muerte que sobrevuela cuando la tormenta ha terminado.
Leyendo
libros encontré que es imposible recuperar lo que la guerra te quita. Cierto es
esto que dicen, cuando la muerte que provoca la guerra decide llevarse consigo
una parte de nuestro mundo terrenal, nadie puede ir al inframundo a
recuperarlo. Y quiénes lo han intentado acaban locos, soñando despiertos con el
pasado.
A pesar de
saber todo esto, me alisté en el ejército y participé en una guerra, que
terminó aunque no sabría decir si para bien o para mal.
En todo esto
me hallaba yo pensando mientras andaba por el campo de batalla cuando en el
suelo vi una flor blanca florecer en medio de tanta destrucción, un rayo blanco
de esperanza que iluminaba la muerte.
Sonreí,
puede que no esté todo perdido.
Y me perdí
en la lejanía de la paz que sigue a la tempestad.
MFV
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