12.3.12

Jugando a la vida

Adrián cogió su peluche. Lo miró fijamente y recordó todo lo que habían vivido. Él sabía que se había divertido con su oso de peluche, que le había hecho feliz y que había sido su compañero en los buenos momentos, pero sobre todo en los malos.
Pero en los últimos días, Adrián había cambiado, no era el mismo de siempre. No sabía por qué, pero odiaba su peluche y empezó a golpearlo contra el suelo, una y otra vez, intentando romperlo. Continuó así durante unos minutos y después empezó a morderle el brazo hasta que consiguió separarlo del resto de su cuerpo.
Se acercó a la mesa que tenía al lado, cansado de pelear, y cogió unas tijeras decidido a terminar con aquello. Las clavó en el centro del pecho, tan hondo como pudo, y dejó caer el peluche sin vida, mientras Adrián se apoyaba en la pared, con los ojos cerrados, agotado.
Cuando volvió a abrir los ojos, el escenario era totalmente distinto. Vio a su mujer yacer muerta en frente de sus ojos, rodeada de sangre, con un cuchillo clavado en el pecho.
Ya no era un niño, y la vida ya no era un juego.

MFV

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