-
¿Y ahora cuántos llevo?
- Ninguno –contestó la mujer
después de meditarlo unos segundos.
El anciano se levantó de la silla y volvió a besar a su
pareja mientras le acariciaba la mejilla. Ella reía ignorante, pero feliz.
Ambos disfrutaban con aquel juego que habían inventado hacía ya cinco años. Él
porque la amaba con locura. Ella porque no quería que el Alzheimer le hiciera
olvidar el cariño de sus besos.
MFV
MFV
No hay comentarios:
Publicar un comentario