20.5.15

ETA sigue molando

ETA anunciaba el fin de su actividad armada el 20 de octubre de 2011. Creo sinceramente que esto fue un hecho celebrado por una gran mayoría de la población española, cansada y entristecida por un conflicto que ya había entrado en un callejón sin salida, no por la legitimidad del sentimiento de origen (el derecho de autodeterminación de cualquier pueblo) sino por el modo y las maneras de defenderlo.

Quizás esa mayoría se reduce drásticamente cuando se habla de que en la otra esquina del ring, ha existido un Estado en un principio totalitario que castigaba y atosigaba a vascos y vascas por el simple hecho de tener una lengua propia y por ende, una idiosincrasia diferente, que no contraria, al resto de España. Este Estado totalitario languideció y dio paso sin un proceso de muerte y enterramiento, sino de transformación necesaria para la supervivencia de sus integrantes, a una democracia pactada y dopada de amnesia hasta las cejas.

Se pensó entonces, imagino, que las cosas iban a ser diferentes y que el conflicto generado por años de violencia institucional injusta se resolvería con el único arma que debería utilizarse en una confrontación de ideas: la palabra. Esto no fue así, como ya conocemos, sino que la violencia en el ring siguió volando en sentido bidireccional, unos por entender que había un enemigo que impedía el ejercicio democrático de la autodeterminación y otros por no tolerar los modos criminales de aquellos que se apropiaban el cargo de representantes de todo un pueblo.

El tira y afloja continuó durante años y el público que asistía al combate día tras día sufría las consecuencias de dicho enfrentamiento. Entristecido porque la defensa de los ideales nunca debería ser a través de explosiones y pistolas, asombrado porque en este tiempo se demostró que hay una violencia legal que permite la tortura y la negación de la dignidad humana a un tipo concreto de persona. Pero esta violencia no tiene castigo sino que además se aplaude en algunos casos, para mayor vergüenza nacional.

Esta historia concluyó el capítulo con el cese de las armas, se comprendió que en los tiempos que corren y más aún en nuestro país, las revoluciones deben ser en el ámbito electoral pues el sistema ha construido las barreras para constreñir cualquier intento de disidencia violenta, que en otros tiempos pudimos comprobar, con el privilegio del contemporáneo que analiza el pasado, que estaban totalmente legitimadas. Sin embargo esto no es así en nuestro país, anestesiado en el ámbito revolucionario por las migajas, el individualismo y la desidia generada por el propio sistema.

Mientras dicho combatiente salía del ring para usar las armas democráticas y conseguir una mayor legitimación para defender sus objetivos, en frente su combatiente se cargaba de nostalgia por aquellos tiempos de enfrentamiento y se guardaba esta carta bajo la manga.

Esta es la carta que el PP saca a la luz cada vez que el miedo a ceder poder se apodera de sus entrañas y atenaza sus miembros. Cuando ya no puede mantener una discusión en base a las ideas de manera digna, pues tantos años de robo en la sombra y tanto neoliberalismo selectivo cuando se habla del pueblo y comunismo si llaman a la puerta los amigos pasan factura, aparece ese enemigo que es ETA. No les tiembla la mano a la hora de remover el dolor de sus víctimas con un único fin electoralista. Y ETA somos todos si atendemos a los criterios que podemos leer entre líneas cuando escuchamos sus discursos.

ETA es aquel ciudadano o ciudadana que está excluido del mundo laboral por motivos externos y no tiene dinero para pagar el agua, la luz o el gas y exige que se le de un techo donde vivir con su familia y que no lo echen con una carta de desahucio y un porrazo de regalo. ETA es aquella persona que defiende que la educación debe ser pública y permitir que todo individuo tenga el derecho de estudiar sin importar su patrimonio. ETA somos aquellos que pensamos que la sanidad debe ser pública y acromática, pues tu derecho a recibir cuidados y tratamiento no debe estar determinado por tu tono de piel. ETA son aquellas ciudadanas que consideramos la igualdad de sexos y que por un factor biológico, una mujer no es menos en su carrera por la autosuperación.

En resumen, para el PP ETA es toda persona que quiere intentar mejorar el sistema. A día de hoy se han terminado sus argumentos y solo les queda esa carta: el miedo. Calificar cualquier intento de cambio, que no revolución, de terrorista o de proceso tutelado por algún gobierno latinoamericano (bien nos vendría aprender mediante un análisis crítico de esta tierra).

En frente, en el otro lado del ring, debemos demostrar madurez política. Hay que seguir adelante, no dejando que su miedo nos haga perder lo más preciado que tenemos en la actualidad: una mínima oportunidad de intentar cambiar las cosas y hacer de este país un lugar mejor, más justo e igualitario.

MFV

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