Recientemente ha sido aprobado en Francia el
matrimonio homosexual. Yo me considero heterosexual (de momento) pero celebro
este hecho como si fuera uno más de ellos, pues sí que me considero un fiel
defensor de la igualdad de todos los seres humanos. Sin embargo he presenciado
con un profundo pesar que esto no ocurre igual en nuestro país vecino.
Francia, tierra donde se forjaron por primera vez
las igualdades y los derechos de la sociedad en aquella lejana Revolución
Francesa, está viviendo estos días una división entre partidarios del
matrimonio homosexual y detractores del mismo. Sin embargo, no se están
produciendo protestas como las que han ocurrido en nuestro país, sino que allí la
mayoría de las manifestaciones están terminando con altercados violentos, hasta
el punto de que la primera boda gay se ha tenido que celebrar en Montpellier
con la presencia de doscientos policías.
¿Qué ha sido de aquella Francia de las igualdades?
¿Dónde ha quedado ese espíritu revolucionario que consiguió que los seres
humanos tuviéramos unos derechos fundamentales e inviolables?
Me han sorprendido las imágenes que han aparecidos
en los telediarios. Miles de personas protestando en contra de que dos personas
del mismo sexo puedan casarse y considerarse un matrimonio. ¿Estamos locos? El
hecho de que dos homosexuales se puedan casar genera más descontento en este
sector de la población que el robo sistemático y consentido que llevan haciendo
estos últimos años políticos, banqueros, entidades financieras, etc. ¿Cómo es
posible?
Cuando leo comentarios en la red en contra de este
tipo de enlaces, una única pregunta viene a mi cabeza: ¿qué les importa? Con sinceridad, no
entiendo cómo puede afectar a cualquier persona no homosexual la celebración de un enlace homosexual. ¿Les bajan el sueldo? ¿Les suben los
impuestos? ¿Les roban puestos de trabajo? NO.
Entonces, ¿por qué están en contra? Honestamente,
no lo sé. No lo entiendo y creo que nunca lo voy a entender. He leído todo tipo
de opiniones en la red sobre por qué no deben casarse los homosexuales, o por
qué no se debe llamar matrimonio, sin que ninguna llegue a cambiar mi punto de
vista.
Uno de los motivos que ondean, como si de una
bandera se tratase, es que el término “matrimonio” proviene de la Biblia que lo
define como la unión entre un hombre y una mujer. Sin fuentes que justifiquen
mi opinión, no me creo que la palabra matrimonio aparezca por primera vez en la
Biblia. Y aunque así fuera, vivimos en una sociedad, al menos teórica, política
y legalmente, no gobernada por la Iglesia, por lo que yo pienso que se pueden
cambiar ciertos aspectos de nuestra vida siempre y cuando no se vean
perjudicados los miembros del cristianismo. Porque considero que cuando dos
hombres o dos mujeres se besan, Dios no mata a un creyente.
Pero partamos de la base de que la palabra
matrimonio naciera en las escrituras sagradas. ¿Dichas escrituras no proclaman
el amor al prójimo y la igualdad del ser humano, pues todos somos hijos de
Dios? Lanzo esta reflexión por si alguien quiere contestarme.
También he oído, en relación con el matrimonio
homosexual, que un hijo de un matrimonio homosexual sufre más que uno nacido de
la unión de dos personas heterosexuales. Quiero que me den datos estadísticos
de que un hijo de padres (o madres) homosexuales sufre menos que el hijo que
nace en el seno de una familia con padres heterosexuales donde dichos padres se
divorcian, son alcohólicos o adictos a las drogas o el padre es tan violento
que un día termina pegando a su mujer y a su hijo.
Los hijos de un matrimonio disfuncional, al margen
de quiénes formen dicho matrimonio, sufren siempre. Pero los hijos de un
matrimonio homosexual no sufren más por la condición sexual de sus
padres/madres, sino que sufren por una sociedad que no ve normal el amor entre
personas del mismo sexo, que no ve normal que dos personas con los mismos
genitales se puedan enamorar y querer formar una familia.
Esta discusión está provocando manifestaciones
violentas en Francia, una cosa que en su día no ocurrió en España. Y esto me
hace darme cuenta de que aunque tengamos muchas cosas que cambiar en este país,
tenemos unas pocas por las que sentirnos orgullosos.
El problema es que la gente tiene miedo. Miedo a lo diferente, a lo nuevo...a romper unas normas no escritas que les dictan desde que nacen. Y es mucho más fácil apegarse a esa comodidad antes que pensar un poquito y utilizar el raciocinio para ver que la homosexualidad lleva existiendo desde los siglos de los siglos, y que en la Grecia antigua estaba incluso bien visto que los hombres con más poder tuvieran cómo amantes a chicos adolescentes.
ResponderEliminarY estoy un poco hasta las narices de que los fanáticos y los homofobos se aferren a lo de "es que la Biblia dice", porque a fin de cuentas, la Biblia la escribieron seres humanos (inundados o no de Oh, sabiduría divina, eso nunca lo sabremos)
Y eso de que el niño sufre más porque le falta una de las figuras paternas...¿Qué pasa entonces con los hijos de viud@s? O muchos niños de la postguerra, que crecieron con padres emigrantes que mandaban el dinero a casa y que nunca estaban...
En conclusión, que la gente no entiende el término "tolerancia" ni "respeto", y necesita escudar su miedo en algo externo antes que pararse a razonar y argumentar.
Buena entrada.