Me encanta
la nieve.
Es cierto
que nunca ha sido así, de pequeño la odiaba. Era fría y carente de color, me
aburría. Pero cuando uno crece, su percepción sobre el mundo cambia, y eso es
lo que me sucedió a mí.
La nieve
me hace sentir vivo, me encanta su color blanco, puro y su textura, como se
deshace entre mis dedos. Me hace ver la vida de otra manera, me ayuda a
evadirme de mi existencia. Últimamente nevaba mucho en el vecindario, eso me
hacía feliz y siempre que podía salía a jugar a la calle, incluso había veces
que me llevaba la nieve y la guardaba en casa, nunca se sabe cuándo volverá a
nevar.
Sin
embargo, mi gusto por la nieve no puedo compartirlo con nadie. Los niños del
bloque no se acercan a mí, creo que piensan que soy una especie de monstruo.
Veo como me miran, como me miran sus madres. La misma mirada que tenía mi madre
cuando me veía jugar con la nieve. Ojalá pudiera estar con mi madre…
Enrollé el
billete de cinco euros y otro copo de nieve entró por mi nariz.
Feliz
Navidad.
MFV
MFV
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