Al mar sólo le pido que me lleve despacio
y me ahogue sin prisa.
acunado en sus húmedos y eternos cabellos
por la brisa mecidos.
Quiero que mis lágrimas rompan con sus olas,
de incesante caminar,
que descanse en sus labios de espuma mi memoria
y en la orilla agonice.
Como un amor perdido regresan aquellas horas
tristes y acompañadas,
de fantasmas perdidos en recuerdos de un tiempo
que nunca conocí.
Aquí mueren los sueños, donde el ayer termina
y respira el mañana,
como vuelan sin miedo las hojas en otoño.
Latidos de cristal.
MFV
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